El gran error de dejar de hacerse preguntas.
Publicado por jmvicedo el miércoles, 26 de octubre de 2005 a las 1:23 p. m..Nunca deja de maravillarme la enorme curiosidad y ansia de descubrir de los niños. Su capacidad para hacer preguntas resulta verdaderamente increíble. Bastan unos minutos para darnos cuenta de que su curiosidad no tiene límites. Y en muchas ocasiones esa insistente batería de preguntas por parte del niño suele producir en los adultos la reacción de pedirle que ¡deje de hacer preguntas!
Recuerdo en cierta ocasión a mi hijo pequeño formulándome un montón de preguntas que aparentemente nunca tenían fin. Y tras un largo rato respondiendo a sus preguntas, ¡estaba ya listo para decirle que dejara de hacer preguntas!
Pero entonces un pensamiento cruzó mi mente. Es precisamente ese “dejar de hacerse preguntas” lo que hace que muchas personas en su vida adulta no alcancen el éxito. A través de la repetición constante por parte de los adultos vamos privando a nuestros niños de su curiosidad innata y sus deseos de descubrir. Y luego, cuando se convierten en adultos, muchas veces nos preguntamos ¡porqué no son capaces de pensar por ellos mismos!
El hecho de formular preguntas es fundamental para lograr éxito a largo plazo. Constantemente hemos de formularnos preguntas tanto dirigidas a los demás como a nosotros mismos. Las preguntas son las que nos traen nuevas respuestas, mejores formas de hacer las cosas, alimentan nuestro proceso de aprendizaje, y nos hacen evolucionar y cambiar. Así pues, un buen consejo es retomar esa intensidad formulando preguntas que teníamos cuando éramos niños. Especialmente las preguntas relacionadas con ¿Porqué? Esas preguntas sobre el porqué de las cosas suponen más del 80% de las preguntas que los niños realizan. Y son las que llevan al fondo de las cuestiones. Especialmente de las importantes.
Comencemos pues a formular más y más preguntas. Ellas te conducirán a tomar mejores decisiones y además te permitirán conocerte mucho mejor, logrando que en el proceso vayas construyendo la vida que realmente deseas vivir, en lugar de la impuesta por la “inercia” de la vida.
No pares nunca de hacerte preguntas. Y si tienes hijos, ¡No les digas que dejen de preguntar!
© 2005 JOSE MARIA VICEDO
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