Abriendo las compuertas.

Cuando en un pantano el nivel de agua acumulado supera un cierto volumen, es necesario abrir las compuertas para desalojar el exceso. Me parece una buena comparación con lo saludable que es en ocasiones “abrir nuestras compuertas mentales” cuando estamos saturados de algún tema.

Seguro que en más de una ocasión has estado enfocando tanto en algún tema que ha llegado un punto en el que alcanzaste un estado de saturación. En esos momentos la mejor opción siempre es relajarse un poco. Hacer algo totalmente diferente. Dejar que nuestra mente se evada un poco de estar pensando siempre en lo mismo.
Y generalmente después de un poco de relax suelen llegar nuevas ideas o al menos dejamos “espacio mental” para continuar trabajando en ese tema.

Es absolutamente saludable abrir nuestras compuertas de vez en cuando para desalojar esos excesos. Te propongo incluso el pequeño ejercicio de imaginar esa apertura de compuertas en tu mente dejando que todo ese exceso salga de ella. Después de hacerlo te sentirás con mucho más relax y equilibrio. Y lo que es más importante listo para ver las cosas desde una perspectiva diferente y nueva.

© 2009 JOSE MARIA VICEDO
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El instante del cambio.

Recientemente en uno de mis cursos, una de las personas asistentes me formuló la siguiente pregunta: “¿Cuál es la clave más importante para implementar cambios positivos en la vida?”

Creo que esta es una duda que muchas personas tienen. Todo el mundo tenemos al menos en nuestra cabeza esa lista de cosas que deberíamos cambiar en nuestra vida para que las cosas nos fueran muchísimo mejor. Toda mejora y avance en nuestra vida tendrá su origen en un momento de cambio positivo.

Pues bien, mi respuesta a esa pregunta fue la siguiente:

“Cualquier cambio que queramos implementar en nuestra vida está tan cerca como el tiempo que se tarda en tomar una simple decisión.”

Esto es lo que muchas personas pasan por alto. Cualquier cambio que quieran generar en sus vidas está tan cerca como lo que tardarían en tomar una decisión.

El problema es que muchas personas no entienden lo que significa tomar una decisión de verdad. Creen que las decisiones son simplemente listas de buenas intenciones: “Debería dejar de fumar”, “Tendría que iniciar un plan de ejercicio”, “Debería iniciar un plan de ahorro”,… Pero te garantizo que por mucho que los debería, tendría, etc… te abrumen por todas partes, las cosas van a seguir sin cambiar.

Una decisión de verdad es un compromiso absoluto. No es un “Tendría que iniciar un plan de ejercicio”. Es un “Dentro de una hora voy a comenzar mi plan de ejercicio”.

Es un compromiso firme con la acción.

Y esa es la gran clave. Tomar una decisión de verdad y actuar en consecuencia.
Una simple decisión. Un segundo. Pero una decisión de verdad.

Y cuando uno toma conciencia del increíble poder que todos y cada uno de nosotros poseemos simplemente en base de nuestra capacidad de decidir, nos empezamos a dar cuenta de que podemos mejorar exponencialmente en cualquier área de nuestra vida. Todo es cuestión de empezar a tomar ahora mismo las decisiones adecuadas y respaldarlas con acción.

Ahora mismo es el momento de que tomes por fin algunas de esas decisiones para implementar cambios positivos en tu vida que has estado posponiendo. Toma unos instantes y escribe una o dos decisiones que te comprometes a implementar de inmediato. Y a continuación inicia lo antes posible una acción poderosa que ponga en movimiento ese compromiso.

Ahora. Ahora es el momento. Ese futuro apasionante está tan cerca como lo que tardes en tomar esa poderosa decisión.

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¿En que grupo decides estar?

Soy un firme creyente en la idea de que todas las personas en algún momento de nuestra vida tenemos la chispa y la inspiración para crear algo verdaderamente excepcional. Bien sea un proyecto de negocio, el desarrollo de un nuevo producto, un proyecto de colaboración o ayuda social, la creación de un nuevo procedimiento, un libro,… En algún momento de nuestra vida todos hemos tenido la sensación de que esa idea que se nos acababa de ocurrir era realmente extraordinaria y bien valdría la pena poner el esfuerzo para convertirla en realidad.

Cuando esto sucede, generalmente se producen dos tipos de reacciones muy diferentes. Algunas personas reaccionan antes esas ideas que han tenido tratando de poner todo tipo de justificaciones en su mente de porque jamás funcionarán. Y así tenemos a un montón de personas que ante cualquier buena idea que se les ocurre, comienzan de inmediato a “matar” esa idea diciéndose cosas como: “No soy lo suficientemente inteligente para llevarlo a cabo”, “No creo que tenga la energía necesaria para hacerlo”, “Seguro que fracaso como en otras muchas cosas que he intentado”… Y la lista podría continuar infinitamente con montones de comentarios similares a estos. Esta clase de personas no se permiten ni siquiera dar una mínima oportunidad a sus sueños y aspiraciones. Los pulverizan antes de que ni siquiera empiecen a brotar.

Otras personas reaccionan ante esas ideas que han tenido de manera entusiasta y apasionada. Se dan cuenta de que han tenido una gran idea y de que allí está si la saben cuidar la semilla de grandes resultados. Así pues, presos de esa increíble energía que genera el saber que han dado con algo que realmente merece la pena, comienzan a tomar acción para conseguir que la idea produzca resultados. Pero obviamente, cuando se comienza a andar el camino lo lógico y natural es que en algún momento comiencen a aparecer algunos obstáculos. El camino jamás será totalmente llano en su totalidad. Seguro que hará momentos de empinadas cuestas y de terrenos resbaladizos.

Y es en ese momento cuando este segundo grupo de personas vuelve a dividirse en otros dos grupos.

Un primer grupo, el más numeroso, abandona su idea y su sueño tan pronto como hacen aparición los primeros obstáculos. Su actitud se transforma en exactamente la misma de aquellos que ni siquiera habían dejado a su idea brotar. Comienzan a decirse cosas como: “Ya sabía yo que esto no iba a funcionar”, “Ya me imaginaba que esto iba a ser muy difícil”, “Realmente mi vecino tenía razón cuando me decía que no valía la pena que lo intentara”… Y es en ese instante cuando dejan morir a esa gran idea que tuvieron y a sus sueños.

Pero afortunadamente existe un pequeño grupo de personas que no solo creen que sus ideas merecen la pena, sino que van mucho más allá y se comprometen a poner el esfuerzo que sea necesario para convertirlas en realidad. Personas que no tienen miedo a soñar y que se atreven a mirar a los obstáculos del camino de frente. Personas dispuestas a no dejarse abatir por las dificultades del camino porque entienden que son parte del proceso del éxito. Personas que se levantan cada día diciendo a pleno pulmón: ¡Yo puedo!

En definitiva, personas que no solo se atreven a soñar y empiezan las cosas, sino que lo que es más importante… ¡las completan!

Esa es la gran clave.

Y esas, son las personas que han hecho evolucionar a la humanidad. Esas son las personas que dejan una huella indeleble en este mundo. Esas son las personas que movidas por la pasión consiguen cada día desatar absolutamente su máximo potencial.

Y lo mejor de todo es que todos y cada uno de nosotros podemos hacerlo. Hemos sido diseñados y equipados de manera exquisita. Nuestro potencial es realmente excepcional. Solo necesitamos comenzar a creer firmemente en nuestras posibilidades y atrevernos a recorrer el camino.

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Tiempo para oír nuestra propia voz.

Seguro que en más de una ocasión te ha ocurrido que mientras estabas en algún lugar repleto de gente, el murmullo de todas las conversaciones que se estaban produciendo simultáneamente en la sala, te impedía escuchar con claridad la conversación que tu mismo estabas manteniendo con otra persona. Había tanto ruido ambiental que te era difícil hasta mantener el hilo de tu propia conversación.

Comparo esta situación a lo que muchas veces nos ocurre en la vida. Todos los estímulos que nos rodean, terminan por no dejarnos escuchar con claridad nuestra propia voz. Somos bombardeados constantemente por la televisión, internet, la publicidad, los noticiarios, los intereses de nuestros familiares o amistades,... Y toda esa gran cantidad de estímulos y “ruido ambiental” no nos dejan centrarnos en lo verdaderamente importante, en escuchar nuestra propia voz.

Te recomiendo que de vez en cuando “apagues” todos esos estímulos y busques algo de tiempo de calidad para simplemente pensar en cuales son realmente tus principales objetivos. En cuales son las cosas que realmente te interesa conseguir en la vida. En que clase de resultados te harían sentir que tu vida ha sido bien invertida... En definitiva, buscar tiempo para escuchar de verdad tu propia voz.

Y cuando permitimos que nuestra propia voz se oiga con claridad, todo se vuelve mucho más sencillo y gratificante en la vida. Es entonces cuando podemos orientar nuestros esfuerzos en la dirección adecuada. Es a partir de ese momento cuando estaremos viviendo la clase de vida que nosotros mismos hemos decidido vivir, y no la vida que se nos “vende” desde todos esos estímulos que tan poco tienen que ver con nuestra propia naturaleza. Es a partir de ese momento cuando estamos ejercitando nuestra propia capacidad de orientar nuestra vida en base a nuestras propias decisiones y opciones.

Y la vida desde esa perspectiva se vuelve mucho más estimulante y gratificante.

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