¿En que grupo decides estar?
Publicado por jmvicedo el lunes, 6 de julio de 2009 a las 7:49 p. m..
Soy un firme creyente en la idea de que todas las personas en algún momento de nuestra vida tenemos la chispa y la inspiración para crear algo verdaderamente excepcional. Bien sea un proyecto de negocio, el desarrollo de un nuevo producto, un proyecto de colaboración o ayuda social, la creación de un nuevo procedimiento, un libro,… En algún momento de nuestra vida todos hemos tenido la sensación de que esa idea que se nos acababa de ocurrir era realmente extraordinaria y bien valdría la pena poner el esfuerzo para convertirla en realidad.
Cuando esto sucede, generalmente se producen dos tipos de reacciones muy diferentes. Algunas personas reaccionan antes esas ideas que han tenido tratando de poner todo tipo de justificaciones en su mente de porque jamás funcionarán. Y así tenemos a un montón de personas que ante cualquier buena idea que se les ocurre, comienzan de inmediato a “matar” esa idea diciéndose cosas como: “No soy lo suficientemente inteligente para llevarlo a cabo”, “No creo que tenga la energía necesaria para hacerlo”, “Seguro que fracaso como en otras muchas cosas que he intentado”… Y la lista podría continuar infinitamente con montones de comentarios similares a estos. Esta clase de personas no se permiten ni siquiera dar una mínima oportunidad a sus sueños y aspiraciones. Los pulverizan antes de que ni siquiera empiecen a brotar.
Otras personas reaccionan ante esas ideas que han tenido de manera entusiasta y apasionada. Se dan cuenta de que han tenido una gran idea y de que allí está si la saben cuidar la semilla de grandes resultados. Así pues, presos de esa increíble energía que genera el saber que han dado con algo que realmente merece la pena, comienzan a tomar acción para conseguir que la idea produzca resultados. Pero obviamente, cuando se comienza a andar el camino lo lógico y natural es que en algún momento comiencen a aparecer algunos obstáculos. El camino jamás será totalmente llano en su totalidad. Seguro que hará momentos de empinadas cuestas y de terrenos resbaladizos.
Y es en ese momento cuando este segundo grupo de personas vuelve a dividirse en otros dos grupos.
Un primer grupo, el más numeroso, abandona su idea y su sueño tan pronto como hacen aparición los primeros obstáculos. Su actitud se transforma en exactamente la misma de aquellos que ni siquiera habían dejado a su idea brotar. Comienzan a decirse cosas como: “Ya sabía yo que esto no iba a funcionar”, “Ya me imaginaba que esto iba a ser muy difícil”, “Realmente mi vecino tenía razón cuando me decía que no valía la pena que lo intentara”… Y es en ese instante cuando dejan morir a esa gran idea que tuvieron y a sus sueños.
Pero afortunadamente existe un pequeño grupo de personas que no solo creen que sus ideas merecen la pena, sino que van mucho más allá y se comprometen a poner el esfuerzo que sea necesario para convertirlas en realidad. Personas que no tienen miedo a soñar y que se atreven a mirar a los obstáculos del camino de frente. Personas dispuestas a no dejarse abatir por las dificultades del camino porque entienden que son parte del proceso del éxito. Personas que se levantan cada día diciendo a pleno pulmón: ¡Yo puedo!
En definitiva, personas que no solo se atreven a soñar y empiezan las cosas, sino que lo que es más importante… ¡las completan!
Esa es la gran clave.
Y esas, son las personas que han hecho evolucionar a la humanidad. Esas son las personas que dejan una huella indeleble en este mundo. Esas son las personas que movidas por la pasión consiguen cada día desatar absolutamente su máximo potencial.
Y lo mejor de todo es que todos y cada uno de nosotros podemos hacerlo. Hemos sido diseñados y equipados de manera exquisita. Nuestro potencial es realmente excepcional. Solo necesitamos comenzar a creer firmemente en nuestras posibilidades y atrevernos a recorrer el camino.
© 2009 JOSE MARIA VICEDO
Cuando esto sucede, generalmente se producen dos tipos de reacciones muy diferentes. Algunas personas reaccionan antes esas ideas que han tenido tratando de poner todo tipo de justificaciones en su mente de porque jamás funcionarán. Y así tenemos a un montón de personas que ante cualquier buena idea que se les ocurre, comienzan de inmediato a “matar” esa idea diciéndose cosas como: “No soy lo suficientemente inteligente para llevarlo a cabo”, “No creo que tenga la energía necesaria para hacerlo”, “Seguro que fracaso como en otras muchas cosas que he intentado”… Y la lista podría continuar infinitamente con montones de comentarios similares a estos. Esta clase de personas no se permiten ni siquiera dar una mínima oportunidad a sus sueños y aspiraciones. Los pulverizan antes de que ni siquiera empiecen a brotar.
Otras personas reaccionan ante esas ideas que han tenido de manera entusiasta y apasionada. Se dan cuenta de que han tenido una gran idea y de que allí está si la saben cuidar la semilla de grandes resultados. Así pues, presos de esa increíble energía que genera el saber que han dado con algo que realmente merece la pena, comienzan a tomar acción para conseguir que la idea produzca resultados. Pero obviamente, cuando se comienza a andar el camino lo lógico y natural es que en algún momento comiencen a aparecer algunos obstáculos. El camino jamás será totalmente llano en su totalidad. Seguro que hará momentos de empinadas cuestas y de terrenos resbaladizos.
Y es en ese momento cuando este segundo grupo de personas vuelve a dividirse en otros dos grupos.
Un primer grupo, el más numeroso, abandona su idea y su sueño tan pronto como hacen aparición los primeros obstáculos. Su actitud se transforma en exactamente la misma de aquellos que ni siquiera habían dejado a su idea brotar. Comienzan a decirse cosas como: “Ya sabía yo que esto no iba a funcionar”, “Ya me imaginaba que esto iba a ser muy difícil”, “Realmente mi vecino tenía razón cuando me decía que no valía la pena que lo intentara”… Y es en ese instante cuando dejan morir a esa gran idea que tuvieron y a sus sueños.
Pero afortunadamente existe un pequeño grupo de personas que no solo creen que sus ideas merecen la pena, sino que van mucho más allá y se comprometen a poner el esfuerzo que sea necesario para convertirlas en realidad. Personas que no tienen miedo a soñar y que se atreven a mirar a los obstáculos del camino de frente. Personas dispuestas a no dejarse abatir por las dificultades del camino porque entienden que son parte del proceso del éxito. Personas que se levantan cada día diciendo a pleno pulmón: ¡Yo puedo!
En definitiva, personas que no solo se atreven a soñar y empiezan las cosas, sino que lo que es más importante… ¡las completan!
Esa es la gran clave.
Y esas, son las personas que han hecho evolucionar a la humanidad. Esas son las personas que dejan una huella indeleble en este mundo. Esas son las personas que movidas por la pasión consiguen cada día desatar absolutamente su máximo potencial.
Y lo mejor de todo es que todos y cada uno de nosotros podemos hacerlo. Hemos sido diseñados y equipados de manera exquisita. Nuestro potencial es realmente excepcional. Solo necesitamos comenzar a creer firmemente en nuestras posibilidades y atrevernos a recorrer el camino.
© 2009 JOSE MARIA VICEDO
http://www.clubsuperacion.com