La historia del príncipe Klun - capitulo 2 (Principios fundamentales del liderazgo- parte 2)
Publicado por jmvicedo el miércoles, 12 de enero de 2005 a las 1:26 a. m..
Continuando con la primera historia sobre el príncipe Klun, vamos a continuar avanzando en el descubrimiento de algunas claves fundamentales del liderazgo.
Lee con atención la historia porque te transmitirá una valiosísima lección.
Adentrémonos en esta nueva historia que ilustra este segundo principio del liderazgo:
Varios años más tarde, el príncipe Klun, alcanzó el trono de su país. Por una serie de decisiones equivocadas durante los últimos años, su reino se había visto avocado a una situación de gran deterioro. Sorprendido por el triste giro de los acontecimientos, Klun fue a la montaña para ver a su maestro y tratar de conseguir la sabiduría necesaria para superar aquella mala situación.
Cuando Klun llegó a las montañas encontró al gran maestro sentado tranquilamente bajo un árbol mirando hacia el valle. Después de que Klun explicara detalladamente su situación, esperó ansiosamente a que su maestro le ofreciera una respuesta. Sin embargo, contrariamente a lo que esperaba Klun, el maestro no susurró ni una palabra. Simplemente, le dirigió una suave sonrisa y con un gesto le indicó que le acompañase.
Caminaron en silencio hasta que llegaron al gran río, cuyo fin no podía verse ya que se perdía en la distancia. Tras meditar sobre el río, el maestro decidió encender fuego para hacer una hoguera. Cuando el fuego tomo fuerza y las llamas se elevaron, el maestro pidió a Klun que tomara asiento a su lado. Estuvieron sentados durante largas horas mientras la fogata llenaba de destellos e iluminaba la noche. Cuando llegó el nuevo día, cuando las llamas ya no brillaban, el gran maestro señaló al río. Entonces, por primera vez desde la llegada de Klun, el maestro habló: “Ahora debes ser capaz de entender porque han surgido esos problemas en tu reino”.
Klun le miró perplejo, ya que en realidad no comprendía absolutamente nada. Con gran vergüenza dijo: Gran maestro, perdona mi ignorancia, pues no soy capaz de comprender la sabiduría que tu impartes”. El maestro, tomando la palabra de nuevo le dijo: “Reflexiona un instante sobre la naturaleza del fuego que ardió ante nosotros la pasada noche. Era fuerte y poderoso. Sus llamas se elevaban desafiantes y orgullosas. Ni los fuertes árboles ni las bestias salvajes podrían igualar su fuerza. Con facilidad podría haber conquistado todo lo que se interpusiese en su camino”.
“En cambio, piensa en el río. Empieza como una pequeña corriente en las lejanas montañas. Algunas veces fluye lentamente, otras con rapidez, pero siempre se desliza hacia abajo. Gustosamente penetra en todas las hendiduras del terreno y llena de buena gana todas las grietas. Así de humilde es su naturaleza. Cuando escuchamos el agua apenas puede oirse. Cuando la tocamos es suave”.
“Sin embargo, al final, ¿Qué es lo que queda de lo que fue un fuego poderoso? Solamente un puñado de cenizas. El fuego es tan fuerte, Klun, que no solo destruye todo lo que encuentra en su camino, sino que finalmente cae víctima de su propia fuerza y es consumido. No ocurre lo mismo con el tranquilo río. Tal y como fue siempre, lo es ahora y lo será siempre: fluyendo eternamente, haciéndose más profundo, más ancho, cada vez más poderoso en su viaje hacia el océano insondable, proporcionando vida y sustento para todos”.
Tras un momento de silencio, el maestro se volvió hacia Klun. “Lo mismo que en la naturaleza, Klun, así ocurre con los gobernantes. Pues no es elfuego, sino el agua lo que lo envuelve todo y es fuente de vida. Por tanto, no son los gobernantes poderosos y autoritarios, sino los gobernantes humildes los que con una fuerza interior que llega a lo profundo, conquistan los corazones del pueblo y son fuente de prosperidad para los estados. Reflexiona, Klun,-continuó el maestro-, sobre le tipo de gobernante que eres tú. Es posible que la respuesta que buscas se encuentre ahí”.
En ese instante, la verdad se apoderó del corazón de Klun. Ese fue el instante en el que descubrió un principio del liderazgo que le acompañaría a lo largo de toda su vida: El verdadero lider apoya su fortaleza en su gran humildad.
Esta historia ofrece una valiosa lección. Todos los grandes líderes que han existido en la historia de la humanidad, aquellos que han dejado una huella positiva y verdaderamente profunda, han basado su triunfo en una gran humildad. Humildad por aprender, humildad para llegar al corazón de todos los seres humanos, humildad a la hora de reconocer sus grandes logros,…
Haz tuya esta importante clave de los grandes líderes, y habrá dado un paso de gigante en el avance hacia el auténtico éxito y la realización.
© 2005 JOSE MARIA VICEDO
Lee con atención la historia porque te transmitirá una valiosísima lección.
Adentrémonos en esta nueva historia que ilustra este segundo principio del liderazgo:
Varios años más tarde, el príncipe Klun, alcanzó el trono de su país. Por una serie de decisiones equivocadas durante los últimos años, su reino se había visto avocado a una situación de gran deterioro. Sorprendido por el triste giro de los acontecimientos, Klun fue a la montaña para ver a su maestro y tratar de conseguir la sabiduría necesaria para superar aquella mala situación.
Cuando Klun llegó a las montañas encontró al gran maestro sentado tranquilamente bajo un árbol mirando hacia el valle. Después de que Klun explicara detalladamente su situación, esperó ansiosamente a que su maestro le ofreciera una respuesta. Sin embargo, contrariamente a lo que esperaba Klun, el maestro no susurró ni una palabra. Simplemente, le dirigió una suave sonrisa y con un gesto le indicó que le acompañase.
Caminaron en silencio hasta que llegaron al gran río, cuyo fin no podía verse ya que se perdía en la distancia. Tras meditar sobre el río, el maestro decidió encender fuego para hacer una hoguera. Cuando el fuego tomo fuerza y las llamas se elevaron, el maestro pidió a Klun que tomara asiento a su lado. Estuvieron sentados durante largas horas mientras la fogata llenaba de destellos e iluminaba la noche. Cuando llegó el nuevo día, cuando las llamas ya no brillaban, el gran maestro señaló al río. Entonces, por primera vez desde la llegada de Klun, el maestro habló: “Ahora debes ser capaz de entender porque han surgido esos problemas en tu reino”.
Klun le miró perplejo, ya que en realidad no comprendía absolutamente nada. Con gran vergüenza dijo: Gran maestro, perdona mi ignorancia, pues no soy capaz de comprender la sabiduría que tu impartes”. El maestro, tomando la palabra de nuevo le dijo: “Reflexiona un instante sobre la naturaleza del fuego que ardió ante nosotros la pasada noche. Era fuerte y poderoso. Sus llamas se elevaban desafiantes y orgullosas. Ni los fuertes árboles ni las bestias salvajes podrían igualar su fuerza. Con facilidad podría haber conquistado todo lo que se interpusiese en su camino”.
“En cambio, piensa en el río. Empieza como una pequeña corriente en las lejanas montañas. Algunas veces fluye lentamente, otras con rapidez, pero siempre se desliza hacia abajo. Gustosamente penetra en todas las hendiduras del terreno y llena de buena gana todas las grietas. Así de humilde es su naturaleza. Cuando escuchamos el agua apenas puede oirse. Cuando la tocamos es suave”.
“Sin embargo, al final, ¿Qué es lo que queda de lo que fue un fuego poderoso? Solamente un puñado de cenizas. El fuego es tan fuerte, Klun, que no solo destruye todo lo que encuentra en su camino, sino que finalmente cae víctima de su propia fuerza y es consumido. No ocurre lo mismo con el tranquilo río. Tal y como fue siempre, lo es ahora y lo será siempre: fluyendo eternamente, haciéndose más profundo, más ancho, cada vez más poderoso en su viaje hacia el océano insondable, proporcionando vida y sustento para todos”.
Tras un momento de silencio, el maestro se volvió hacia Klun. “Lo mismo que en la naturaleza, Klun, así ocurre con los gobernantes. Pues no es elfuego, sino el agua lo que lo envuelve todo y es fuente de vida. Por tanto, no son los gobernantes poderosos y autoritarios, sino los gobernantes humildes los que con una fuerza interior que llega a lo profundo, conquistan los corazones del pueblo y son fuente de prosperidad para los estados. Reflexiona, Klun,-continuó el maestro-, sobre le tipo de gobernante que eres tú. Es posible que la respuesta que buscas se encuentre ahí”.
En ese instante, la verdad se apoderó del corazón de Klun. Ese fue el instante en el que descubrió un principio del liderazgo que le acompañaría a lo largo de toda su vida: El verdadero lider apoya su fortaleza en su gran humildad.
Esta historia ofrece una valiosa lección. Todos los grandes líderes que han existido en la historia de la humanidad, aquellos que han dejado una huella positiva y verdaderamente profunda, han basado su triunfo en una gran humildad. Humildad por aprender, humildad para llegar al corazón de todos los seres humanos, humildad a la hora de reconocer sus grandes logros,…
Haz tuya esta importante clave de los grandes líderes, y habrá dado un paso de gigante en el avance hacia el auténtico éxito y la realización.
© 2005 JOSE MARIA VICEDO