Encontrando tu propio ritmo.

Hace algunos días, mientras observaba una carrera de larga distancia por las calles de mi ciudad, me encontré reflexionando sobre un tema que considero tremendamente importante y que tiene mucha relación con algo que nos sucede muy a menudo en nuestras vidas.

Cuando comenzaron a llegar corredores, pasó un primer grupo que mantenía un ritmo realmente rápido. Obviamente era un grupo de atletas bien entrenado que podía permitirse seguir ese ritmo durante la distancia de la prueba. Pero aún así, a algunos de los atletas que integraban el grupo se les notaba que estaban manteniendo un ritmo algo superior a su propia capacidad, y resultaba obvio que tarde o temprano pagarían el precio de mantener un ritmo demasiado elevado para su nivel preparación.

Detrás de ellos venía un gran pelotón, en el que pude observar lo mismo. Personas que mantenían un ritmo claramente por encima de su nivel, otras que mantenían un ritmo adecuado y por supuesto también otras que podían ir más rápidas pero que básicamente estaban tratando de conservar energías para el final. Y lo mismo sucedía en el grupo de los más rezagados.

¿Qué pretendo decir con este ejemplo? Pues que en la vida muchas veces nos sucede lo mismo. Muchas personas cometen el error de tomar como su propio ritmo el ritmo de avance que ven en otros, sin detenerse ni siquiera a pensar si es ese realmente su “propio” ritmo. Y cuando uno no avanza a su propio ritmo, sino que se deja influir, corre el riesgo o bien de quemarse en el camino, o justo lo contrario, malgastar su potencial avanzando con demasiada lentitud.

Por eso me gustaría que ahora te preguntaras lo siguiente: ¿Cuántas veces has permitido que otros establezcan tu ritmo, ignorando tus propias metas y capacidades? ¿Cuántas veces juzgas tus éxitos o tus fracasos por lo que otros han hecho?

Te animo a que tomes la decisión de que el ritmo de tu “carrera”, es decir de tu vida, has de marcarlo tú. Sin comparaciones de ningún tipo. Siendo consciente de tus objetivos y capacidad.

Recuerda que lo más importante es elegir el destino correcto y no la velocidad a la que avanzamos. Lo fundamental es que tu avance sea en la dirección adecuada, aquella que tu quieres para tu vida. Y después ponle el ritmo y velocidad que te permita avanzar firmemente, pero sin quemarte en el intento.

© 2009 JOSE MARIA VICEDO
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