El liderazgo interior.

Cuando después de algún tropiezo no hay reflexión para analizar cuales han sido las causas del mismo y como se podría haber evitado, se corre el riesgo de volver a repetir una y otra vez los mismos errores.

Y esto es algo que se ve con frecuencia en muchas personas, e incluso a nivel global en nuestra sociedad. Tenemos por un lado a personas que se empeñan en continuar haciendo las cosas del mismo modo en que las han hecho siempre, sin darse cuenta de que cuando no se cambia de dirección es imposible llegar a un nuevo destino. A un nivel más amplio estamos viendo hoy como después de la tremenda crisis financiera que se está viviendo, la mayor parte de las medidas que se están emprendiendo son simplemente para conseguir volver a la situación que teníamos antes de la llegada de esa crisis. Poca gente realmente se ha parado a reflexionar el porqué de que las cosas salieran mal, y lo que es más importante, si realmente se quiere volver a estar como antes.

Todo instante en el que las cosas no salen bien es realmente una oportunidad tremenda para analizar los porqués, y sobre todo para emprender de una manera creativa nuevos caminos que nos permitan mejorar, crecer y obtener resultados más en sintonía con nuestros principales valores. Desafortunadamente, este patrón de pensamiento es algo que no abunda especialmente en la mayoría de “líderes” con capacidad para realmente impactar en nuestro mundo futuro. Y digo líderes entre comillas, porque realmente ahora más que nunca se hacen necesarios verdaderos líderes. Líderes que vuelvan a poner los valores fundamentales del ser humano encima de la mesa. Líderes dispuestos a remangarse las mangas y ponerse a trabajar liderando con el ejemplo. Líderes íntegros y valientes dispuestos a tomar acción masiva para generar resultados reales.

Y aunque ciertamente el panorama actual puede entenderse como desalentador, creo firmemente que la mayor esperanza que tiene la humanidad es que de una vez por todas cada uno de nosotros dejemos a un lado la mediocridad y decidamos apostar fuertemente por desatar cada día nuestro máximo potencial. Apostar cada día por desarrollarnos y generar el mayor impacto positivo a nuestro alrededor. Apostar cada día porque al menos nuestro hogar, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo,… reciban ese impacto positivo por nuestra parte. Si millones de personas aceptaran esa responsabilidad de ser auténticos líderes en sus propias vidas nuestro mundo sería absolutamente diferente.
Esa es la clase de mundo en la que yo creo y que me gustaría que viesen mis hijos.

© 2009 JOSE MARIA VICEDO

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