Mirando de cara a la verdad y tomando responsabilidad.

Todos enfrentamos momentos o situaciones en nuestras vidas en las que nos quedamos a solas con nosotros mismos y tenemos que tomar decisiones importantes. Bien sea en una relación, en nuestra profesión, en nuestra salud, o en cualquier otra área importante de nuestra vida.
Quizás te encuentres tu ahora mismo en esa situación.


Y la pregunta que suele surgir en estos casos es: ¿Y qué hago ahora?

En esos momentos es fácil caer presa del temor. El camino a seguir se torna incierto, y es frecuente comenzar a tener dudas sobre nuestra propia capacidad, tendiendo a buscar fuentes externas que nos ofrezcan consejo y guía. Miramos hacia los demás para ver que es lo aceptable y apropiado.
Y básicamente hacemos eso porque desde nuestro nacimiento vamos siendo condicionados a hacerlo. Nuestra cultura nos empuja hacia la conformidad y hacia la aceptación de lo que hace la mayoría.
Y no quiero ser malinterpretado con esto. No estoy diciendo que cierto grado de conformidad sea una mala cosa. De hecho, cierto grado de conformidad es necesario para que pueda existir una sociedad civilizada.
Sin embargo, donde quiero hacer hincapié es en el hecho de que la conformidad puede convertirse, y es usada con frecuencia, como válvula de escape para una salida fácil.
Porque cuando se alcanza una de esos puntos decisivos en la vida en los que tenemos que tomar una decisión importante, es fácil olvidar nuestras propias intuiciones y creencias, optando por el camino que tomaría la mayoría.

Y cuando esto sucede, estamos cayendo en el error de no darnos cuenta de que hemos llegado a la situación actual por las decisiones que hemos tomado previamente. Es nuestra responsabilidad. El hecho es que nuestras creencias acerca de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, son tanto la causa de esos problemas que percibimos, como la fuente de nuestras satisfacciones y buenos resultados.

Puedes elegir ser una víctima de las circunstancias que te han llevado hasta este punto, o puedes elegir aprender de esas experiencias y de las decisiones que has tomado que han terminado llevándote allí.

Solo tu puedes elegir una vida diferente, una experiencia diferente. Y solo tu sabes cual es la elección adecuada para ti.

Así pues lo más importante a recordar en esos momentos decisivos es que la vida está siempre basada en decisiones. Tu eliges como reaccionar a esas situaciones. Tu has de tomar la decisión de cómo vivir tu vida.
Y ten presente que alguno de esos momentos de decisiones importantes llegará tarde o temprano.

Y en esencia en esos momentos de decisión, la elección siempre se decantará hacia dos alternativas. O bien mantener un estándar de mediocridad y conformidad, o vivir una vida de auténtico propósito y realización.
Ante estos momentos decisivos pregúntate: ¿Es esta la vida que me gustaría tener? Y si la respuesta no es afirmativa, hazte una nueva pregunta: ¿Qué necesito hacer para llegar hasta allí?

Esas son las preguntas a las que hay que buscar respuestas. En lugar de preguntarte: ¿Y qué hago ahora?, pregúntate: ¿Dónde quiero ir? ¿Qué quiero llegar a ser?
Responde estas preguntas, toma esas decisiones, y entonces si que habrás dado un paso de gigante hacia lo que quieres que realmente sea tu vida.

© 2007 JOSE MARIA VICEDO
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